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Salida de paseo con mi familia
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Saludos amigos de hive
El sol de mediodía abrazaba la ciudad de Punto Fijo cuando decidimos hacer una pausa en la rutina y regalarnos un almuerzo en familia. Norkys, con esa sonrisa que me sigue conquistando cada día, ya había sugerido nuestro lugar favorito: El Rey de las Parrillas. Era imposible resistirse.
Emiliano, con su entusiasmo infantil y esos ojitos curiosos, no dejaba de preguntar si ya llegaríamos. Apenas cruzamos la puerta del restaurante, el aroma a carne asada nos envolvió como una promesa deliciosa. Pedimos una parrilla mixta que llegaba chispeando, coronada con chorizos jugosos, costillitas tiernas, y esa carne perfectamente sellada que tanto nos gusta. Entre bocado y bocado, reímos, conversamos, y Emiliano, en su sillita, aplaudía cada vez que alguien levantaba el tenedor. Fue un almuerzo con sabor a hogar.
Pero la jornada no terminaba ahí. Decidimos llevar a Emiliano al parque del Polideportivo Manaure. El pequeño apenas contenía su emoción. En cuanto llegamos, corrió hacia los columpios con una energía que solo los niños conocen. Mientras Norkys y yo lo observábamos desde la sombra de un árbol, sintiendo el viento fresco y escuchando sus risas, entendimos que esos pequeños momentos son los que llenan el alma.
Greetings friends of
Hello, hivers!
The midday sun was shining brightly over the city of Punto Fijo when we decided to take a break from our routine and treat ourselves to lunch as a family. Norkys, with that smile that continues to win me over every day, had already suggested our favorite place: El Rey de las Parrillas. It was impossible to resist.
Emiliano, with his childlike enthusiasm and curious little eyes, kept asking if we were arriving yet. As soon as we walked through the restaurant's door, the aroma of grilled meat enveloped us like a delicious promise. We ordered a mixed grill that arrived sizzling, topped with juicy chorizo, tender ribs, and that perfectly seared meat we love so much. Between bites, we laughed and chatted, and Emiliano, in his high chair, applauded every time someone lifted their fork. It was a lunch that felt like home.
But the day didn't end there. We decided to take Emiliano to the Manaure Sports Center park. The little one could barely contain his excitement. As soon as we arrived, he ran toward the swings with an energy only children know. As Norkys and I watched him from the shade of a tree, feeling the cool breeze and listening to his laughter, we understood that those little moments are what fill the soul.
We are SWC!
See you in the next post!
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